Embarazo y HPV


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El virus del papiloma humano o HPV (Human Papilloma Virus, en inglés) es uno de los más de setenta tipos de virus que se manifiestan en forma de papiloma o verruga. Lo que caracteriza al HPV genital es que se transmite por vía sexual, afectando los genitales de la mujer, el pene o el ano.

Estas verrugas no siempre son malignas y con un tratamiento oportuno se pueden curar sin dejar mayores secuelas, pero su detección temprana es importante, sobre todo en la mujer, debido a que están asociadas a la aparición de cáncer de cuello del útero.

Los síntomas principales son prurito y sangrado. Se pueden contagiar entre la pareja, por lo que si uno de los dos es portador, debe tomar las medidas de profilaxis necesarias para evitar una nueva infección.

En el caso de la detección del HPV en mujeres embarazadas, si bien el contagio intrauterino es prácticamente imposible, si puede contagiarse al bebé durante el parto, siendo esto muy riesgoso puesto que el recién nacido no tiene defensas contra este virus.

Debido a que el embarazo produce una baja en las defensas de la madre, el virus prolifera con mayor rapidez, por lo que a la extracción quirúrgica de las verrugas causadas por el HPV puede sumarse una cesárea programada para evitar el contagio del bebé al pasar por el canal de parto.

Lo más recomendable es realizarse periódicamente el Papanicolau o Pap, al menos una vez al año. El examen consiste en extraer células del cervix y analizarlas en el microscopio. La detección temprana es importante, ya que los cambios en las células precancerosas no presentan síntomas.

El virus del HPV actualmente no tiene cura. Una vez extraídas las verrugas, la persona convive con el virus por el resto de su vida.