Lo que conocemos hasta hoy sobre la epilepsia es que es una enfermedad que consiste en un desequilibrio de las señales eléctricas del cerebro que provoca sacudidas violentas y en ocasiones pérdidas totales de conciencia a quienes la padecen. Muchas personas víctimas de la epilepsia también presentan problemas de atención y dificultades para llevar a cabo ciertas actividades deportivas. En general a estas personas se les trata con medicamentos muy fuertes que les pueden causar daños estomacales y hepáticos.
Precisamente por estos efectos secundarios es que las personas que padecen epilepsia en ocasiones deciden postergar los tratamientos, pues no siempre los efectos de la epilepsia son tan graves. Sin embargo, si dejan avanzar la enfermedad, puede agravarse y presentarse más frecuentemente. De entre todos los tratamientos que se han utilizado, uno de los más innovadores y funcionales es la estimulacion del nervio vago.
La estimulación del nervio vago ha logrado disminuir la frecuencia y severidad de los ataques a las personas que lo padecen, más a aquellos que sufren tipos de epilepsia difíciles de controlar. También se utiliza para personas que no son candidatos para el tratamiento quirúrgico o que son refractarios al tratamiento farmacológico.
Debido a que la falla en la epilepsia consiste en señales eléctricas, el aparato que se encarga de corregirlas, es una máquina que envía pequeñas descargas; una máquina del tamaño de un marcapasos que también se coloca en la pared torácica y se conecta a un electrodo bipolar. Se coloca alrededor del nervio vago, que es un nervio que nace del bublo raquídeo, esto se hace alrededor de la quinta y sexta vértebras cervicales.
Su efecto sobre las crisis epilepticas es el de activar algunos circuitos que han dejado de funcionar adecuadamente provocando las crisis, sin embargo, la influencia del nervio vago en las crisis de epilepsia no se ha descubierto completamente.
Las personas que se deciden por este tipo de terapia ven un gran alivio ya que se reporta una disminución del 50 por ciento en los ataques, acompañado de una capacidad más amplia de realizar otro tipo de actividades deportivas y estudiantiles. A pesar de la efectividad para disminuir los ataques, no se han registrado pacientes que logren disminuir en un cien por ciento las mismas.
La implantación del estimulador es relativamente corto ya que dura de una a dos horas. Se hacen dos incisiones, una en el área pectoral mayor y otra en el cuello para introducir los electrodos y ponerlos alrededor del nervio vago.
Cabe destacar que no todas las personas son candidatas para este tratamiento, por lo que su implantación debe ser valorada por un experto en neurología y epilepsia.
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