Que las visitas al urólogo sean cosa de hombres es un mito que, antes que estar relacionado con estereotipos de género tiene que ver con el desconocimiento general sobre la manera de tratar ciertas enfermedades y con los tabúes alrededor de ellas.
La importancia de visitar a este especialista es tal, que para explicarla, en esta ocasión, hemos preferido sustituir toda forma de descripción por un ejercicio de visualización en tres momentos: en un primer escenario te acabas de mudar y estás cargando cajas de un lugar a otro. En seguida te encuentras en una cafetería con tus amigas un sábado en la mañana. Por último, estás cenando en tu restaurante favorito con el hombre que te encanta.
Para muchas mujeres no habría razón para evitar los esfuerzos en el primer supuesto; no la habría para contener una saludable carcajada en el segundo y tampoco para preferir cancelar su cita en el tercero. Sin embargo, la realidad de muchas otras es distinta a causa de la incontinencia urinaria.
Ahora imagina que optas por pedir ayuda a un conocido o contratar un servicio profesional para que te ayude a mudarte; imagina que evitas reír fuerte o prefieres cancelar compromisos que antes te habrían entusiasmado porque temes no poder controlar tu necesidad de ir al baño…
Este padecimiento suele afectar mayormente a mujeres en la etapa posterior a la menopausia y acarrea malestares físicos similares a los de una cistitis o infección urinaria, como coloquialmente se le conoce. Dichos síntomas son una persistente incomodidad en la parte baja del vientre, urgencia por orinar y sensación de no haber terminado, lo que provoca frecuentes deseos de ir al baño y, finalmente, derramamiento involuntario de orina. A lo anterior se suman los efectos psicológicos que conlleva la preocupación por tener un accidente y los cambios que produce en la vida íntima y social de las mujeres.
La incontinencia urinaria se clasifica en dos tipos: por esfuerzo (común entre mujeres que han tenido varios partos) cuando el derramamiento de orina es causado por reír, toser o levantar objetos y por inestabilidad vesical, cuando el síntoma característico es el deseo incontenible de orinar y los frecuentes accidentes.
El tratamiento para esta condición variará en función del tipo de incontinencia, pero lo que es un hecho es que elegir una cirugía robótica o una laparoscópica supone, en muchos casos, importantes ventajas con relación a la cirugía tradicional abierta; entre ellas, una intervención mínimamente invasiva, sin incisiones profundas y con una recuperación más rápida.
Comments